Por Zuleika Cáceres
El desabasto de agua en varias colonias de Cancún deja nuevamente en la indefensión a los ciudadanos. Pareciera una burla de autoridades y legisladores que hoy exigen y se hacen presentes en esas zona donde la gente ha bloqueado calles y avenidas, en protesta a la falta de un recurso vital en nuestro día a día.
Son varios los legisladores que han levantado la voz para exigir una solución a la problemática que inició derivado de los constantes apagones y fallas en la energía eléctrica, otro problema que el gobierno federal no quiere ver ni escuchar.
Tanto el presidente López Obrador como Manuel Bartlett, titular de la CFE, aseguran que el abasto de la energía eléctrica está garantizado, se niegan a reconocer las fallas que hay en todo Quintana Roo, dejando importantes pérdidas a las familias y al sector empresarial.
Incongruente y ridículo es que los legisladores aprueben concesiones, que le concedan otros 20 años a Aguakan para operar y después soliciten su revocación. Ni la burla perdonan.
A pesar de las quejas y los altos costos por el servicio de agua, que debiera ser un derecho humano, los ciudadanos padecen.
Hoy los actuales diputados -algunos- porque a la mayoría parece no interesarle lo que está pasando en el destino más importante, alzan la voz y se hacen presentes, cuando en sus manos tienen la responsabilidad sobre el destino de Aguakan.
Al ayuntamiento encabezado por Ana Patricia Peralta ya se le salió de control, la gente está molesta, Aguakan no hace caso a sus llamados ni exhortos mientras la afectación persiste.
Nadie ve, nadie escucha. Sigamos asumiendo el costo de los ineficientes “servicios”, de clase mundial, por ejemplo.